China en África: discurso seductor, intenciones dudosas
Nueva Sociedad 246 / Julio - Agosto 2013
Cuando en octubre de 2000 el gobierno chino organizó en Beijing la primera Conferencia Sino-Africana a nivel ministerial, marcó un antes y un después en las relaciones de China con África. La iniciativa provocó sorpresa en los tradicionales socios de los países africanos, que habían disminuido su perfil, y en los emergentes, que estaban reconsiderando sus políticas hacia la región. El desembarco chino en África plantea interrogantes acerca de las intenciones de la potencia asiática: ¿se repetirán los patrones de dominación de los centros occidentales o, por el contrario, se establecerá una relación de nuevo cuño?
Hoy en día parece haber consenso respecto a que el sistema internacional está sufriendo cambios importantes que podrían alterar su estructura y naturaleza, para transformarse en un escenario algo diferente al registrado durante la Guerra Fría, que pone en cuestión las certezas de la segunda mitad del siglo XX. La actual reconfiguración de fuerzas muestra turbulencias, con procesos simultáneos y a la vez contradictorios. Están emergiendo nuevos poderes en los niveles político y económico que se disputan el establecimiento de las reglas de juego, al tiempo que crisis de variado tipo, especialmente financieras, movilizan a los actores en el escenario internacional. Más allá de posibles percepciones sobre la dirección de estos cambios, puede observarse la ocurrencia en simultáneo de fenómenos contradictorios.
El proceso de globalización presenta hoy más riesgos que beneficios y coexiste con procesos de fragmentación y localización. Hay una concentración de poder en pocas manos, junto con una difusión de poder en múltiples centros. La clásica división entre Norte y Sur –desarrollados/subdesarrollados– se ha complejizado y diluido. Hay «Sures» que emergen en el Norte y «Nortes» que emergen en el Sur. El poder se dirige hacia nuevas geografías, desplazándose del Norte y de Occidente hacia el Sur y el Oriente, donde se sitúa China. Algunos países emergentes provienen del Sur y otros del Este. El Sur está siendo «reformateado». En los años 60 y 70 era llamado «Tercer Mundo»; en los 80 fue simplemente «el Sur», y a partir de los 90, el «Sur global».
En la actualidad, los países emergentes muestran que algo está cambiando y que el Tercer Mundo o el Sur no son categorías tan lineales ni fáciles de aprehender. Como en toda transición, las categorías clásicas se confunden, se diluyen, y lo viejo y lo nuevo se entremezclan con contradicciones y superposiciones1. Las viejas coaliciones sobreviven, al tiempo que otras nuevas emergen y otorgan relevancia y nueva vigencia al multilateralismo, al minilateralismo y a las redes. Prueba de ello es la proliferación de actores gubernamentales y no gubernamentales en asociaciones de geometría variable, que conforman diversos grupos y coaliciones –generalmente micro– en torno de cuestiones específicas de interés común.
El mundo está siendo rediseñado por la participación de poderes emergentes en una nueva relación entre economía y política. Nuevos nombres se están acuñando para varios grupos de países emergentes2, así como para coaliciones de jugadores económicos y financieros3. Aunque muchas veces no comparten una agenda común, sino solo algunos intereses, estos grupos emergentes están jugando roles cada vez más relevantes en la economía mundial y en la política global.Con respecto a África, no es una novedad que su territorio alberga inmensas riquezas estratégicas, y la famosa «maldición de los recursos» ha sido y continúa siendo una espada de Damocles sobre los gobiernos y pueblos africanos. En la evolución de la vinculación de estos países con los centros de poder mundial, el continente africano fue sucesiva y a veces concomitantemente una escala en el camino a las Indias a partir del siglo XV, proveedor de especias, de mano de obra esclava para la explotación agrícola de las Américas, abastecedor de materias primas agrícolas y mineras que alimentaron el proceso de industrialización de Occidente y escenario geoestratégico de la puja Este-Oeste durante la Guerra Fría. También fue objeto de experimentos económicos a través de la aplicación de los planes de ajuste estructural. Para finales del siglo XX, la disminución de la ayuda, la fuga de inversiones y la pérdida de expectativas reflejaban también que los ejes de atracción económica y las preocupaciones geoestratégicas de las potencias pasaban por otras latitudes. Sin embargo, en el siglo XXI África comenzó a mostrarse como una explosiva combinación de recursos naturales estratégicos, tierras con potenciales condiciones de explotación, importantes reservas de agua dulce y de minerales «raros» y un gran y casi virgen mercado de consumidores.
Cuando en octubre de 2000 el gobierno chino organizó en Beijing la primera Conferencia Sino-Africana a nivel ministerial, marcó un antes y un después en las nuevas relaciones de China con África y en el posicionamiento de África en el sistema internacional. Para ese entonces, todavía «afropesimismo» y «donors fatigue» (cansancio entre los donantes) eran los nombres que podrían calificar a un continente que, para muchos, debido a su situación social e inestabilidad política, solo podía ser objeto de las preocupaciones de la Cruz Roja Internacional. Este nuevo desembarco de China en África4 provocó sorpresa en los tradicionales socios africanos que habían disminuido su perfil y en los emergentes que estaban reconsiderando sus políticas hacia la región, y de esta manera la importancia del continente se elevó a niveles comparables con los del Congreso de Berlín (1884-1885) o la segunda posguerra.
Consecuentemente, este trabajo apunta a relevar la evolución reciente de las relaciones sino-africanas para construir un mapa del presente de esas relaciones y analizar cómo pueden incidir en los países africanos y en el reordenamiento global. Asimismo, el artículo pretende dejar planteados interrogantes en torno de las intenciones chinas, así como de las consecuencias que este desembarco puede tener para África. ¿Será más de lo mismo? ¿Se repetirán los patrones de dominación de los centros occidentales? ¿O se planteará una relación de nuevo cuño?
El desembarco
El retorno de China se dio en una coyuntura particular para África, en un momento en que la región estaba siendo relegada de las preocupaciones de los centros de poder occidentales, y en un contexto especial para Beijing, que necesitaba recursos y mercados para alimentar su máquina de crecimiento sostenido. Las reformas de Deng Xiao Ping, iniciadas en 1978, produjeron cambios irreversibles en las estructuras económicas del país más poblado del planeta. El «socialismo con características chinas» apuntó a transformar la estancada y empobrecida economía planificada de China en una economía de mercado, con un fuerte crecimiento económico. Como resultado, se consiguieron cifras de incremento sostenido del PIB anual de 9% por más de una década, para lo cual China debió buscar en diferentes partes del mundo materias primas como petróleo, minerales y granos, ya que en este aspecto no es autosuficiente5. Con respecto al petróleo, por ejemplo, solo produce la mitad de la energía que utiliza y es el segundo mayor consumidor e importador mundial6. Este acelerado proceso de crecimiento implicó además una reconversión de la política exterior para lograr una participación más dinámica en la economía y en la política mundiales. Desde entonces, los chinos han utilizado diferentes herramientas para su expansión en el mundo y, en particular, en su acercamiento a África. Consecuentemente, durante este periodo un conjunto de ideas fuerza acompañó la reinserción de China, tales como los conceptos de «ascenso pacífico», «desarrollo pacífico» y «mundo armonioso». El «ascenso pacífico» fue un concepto acuñado en 2003 por Zheng Bijian para calmar los temores de Occidente frente al crecimiento chino, y muestra a China como una potencia benigna que respeta las reglas establecidas, gracias a las cuales logró su progreso. En 2004, el presidente Hu Jintao sustituyó esta idea por la expresión «camino de desarrollo pacífico», ampliamente usada hasta ser reemplazada por el actual concepto de «mundo armonioso», primera estrategia global que los chinos ofrecen para la construcción del futuro orden internacional7. Estas nociones anidan en la concepción de un mundo multipolar en el que la seguridad se asienta en la confianza y el beneficio mutuos, en la igualdad y la coordinación, lo que plantea la necesidad de democratizar cada vez más las relaciones internacionales8.
En el plano discursivo, los gobernantes chinos afirman que su relación con los países africanos pretende promover la cooperación económica Sur-Sur para la construcción de un nuevo orden internacional más justo y equitativo, en el cual China se asume como un país en vías de desarrollo y por eso se siente identificada con sus socios africanos. Beijing apunta a legitimar su posición afirmando que tanto China como los Estados africanos comparten la humillación de haber sido sometidos por la dominación europea y haber luchado contra el colonialismo. Recuperados los viejos principios de la «coexistencia pacífica», los líderes chinos proponen a sus pares africanos una alianza económica con un programa social que promueve el desarrollo económico sostenido y el respeto por la soberanía estatal y por la diversidad, bajo el supuesto de que en los negocios las dos partes ganan (win-win situation).
China llegó a África ávida de recursos, sin un pasado colonizador o neocolonialista, sin retóricas paternalistas o moralistas y sin condicionalidades económico-financieras (como las del Fondo Monetario Internacional, FMI) o políticas (exigencia de estabilidad democrática). Sin embargo, rescatando de los aspectos ideológicos una posición tercermundista, los chinos se lanzaron a la competencia capitalista por recursos naturales y mercados en los países del Sur.
La estrategia china más visible y contundente en África fue la organización del Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC, por sus siglas en inglés), que reúne a los dirigentes africanos y chinos en cumbres donde se va moldeando la cooperación según los lineamientos chinos. Pero también puede observarse un sustancial crecimiento del comercio bilateral, de las inversiones y de la cooperación científico-tecnológica. Este modelo de relaciones no fue una novedad para los gobernantes africanos, acostumbrados a las reuniones multitudinarias de la Commonwealth o de la francofonía. Sin embargo, este foro apunta a diferenciarse –al menos en el enfoque discursivo– del approach neocolonialista de Occidente, ya que destaca el compromiso de los gobernantes y empresarios chinos de crear una asociación estratégica entre ambos actores, inspirada en los beneficios mutuos.
Las estrategias
El FOCAC es el ámbito oficial para el desarrollo de las relaciones entre la República Popular China y los Estados africanos. La primera convocatoria, en octubre de 2000 en Beijing, fue pensada para «encandilar» a los líderes africanos con el modelo y las propuestas chinas. Contó con la asistencia del presidente Jiang Zemin, del premier Zhu Rongji y del vicepresidente Hu Jintao. Asistieron altos representantes gubernamentales de 44 países africanos y 17 organizaciones regionales e internacionales. Entre los africanos estaban presentes los presidentes de Togo, Argelia, Zambia y Tanzania y el secretario general de la Unión Africana. Esta reunión aprobó la Declaración de Beijing y el Programa para la Cooperación Sino-Africana para el Desarrollo Económico y Social, que se convirtieron en los ejes rectores del acercamiento africano. Hasta el presente hubo cinco cumbres, que se organizaron cada tres años alternadamente en China y en un país africano. El puntapié inicial fue en Beijing, luego en diciembre de 2003 en Addis Abeba, en noviembre de 2006 otra vez en Beijing, en noviembre de 2009 en Sharm el-Sheikh (Egipto) y en julio de 2012, nuevamente en la capital china9.
Como se mencionaba, el acercamiento chino se presenta como cualitativamente diferente al europeo o estadounidense. Ubicándose como país en vías de desarrollo, China promete no reproducir el comportamiento depredador de las antiguas potencias coloniales. Por ejemplo, durante el Foro para la Cooperación entre China y África celebrado en Beijing el 19 de julio de 2012, el presidente Hu Jintao señaló:
China es el mayor país en desarrollo del mundo y África es el hogar del mayor número de países en desarrollo en el mundo. China y África, con más de un tercio de la población mundial, son una fuerza importante para promover la paz y el desarrollo mundiales. China y África comparten un destino común. Los pueblos chino y africano siempre se han tratado como iguales y con sinceridad, amistad, apoyo mutuo y buscando el desarrollo común.10
Los chinos tampoco amenazan con interferir o intervenir en la política interna africana, no pretenden cambios en el régimen político de turno bajo la supuesta «cláusula democrática», ni condicionan la venta de armas a Estados parias, considerados enemigos por Occidente. «El nuevo enfoque de Beijing está diseñado para utilizar la cooperación económica y política como el medio para reforzar y hacer avanzar la agenda política y económica del Sur, con la perspectiva de construir un orden internacional más justo y equitativo»11.
Cabe destacar también que, a pesar del enfoque multilateral de los foros sino-africanos, las actividades económicas oficiales están estructuradas sobre una base bilateral, entre el gobierno central de China y sus bancos estatales y cada uno de los socios africanos. Sin embargo, este proceso está descentralizándose con la presencia cada vez mayor de los gobiernos locales chinos –a través de firmas propias– y de otros actores no gubernamentales12.
Este dinamismo bilateral es reforzado con las constantes y recíprocas visitas de jefes de Estado y funcionarios de alto nivel. El interés chino se evidencia en los viajes de sus líderes a los Estados africanos. Durante su permanencia en el poder, Hu Jintao (2003-2013) visitó cuatro veces el continente africano y recorrió 17 países (en 2004, Egipto, Gabón y Argelia; en 2006, Marruecos, Nigeria y Kenya; en 2007, Camerún, Liberia, Sudán, Zambia, Namibia, Mozambique, Seychelles, y en 2009, Mali, Senegal, Tanzania y Mauricio). En tanto, el nuevo presidente de China, Xi Jinping, realizó a fines de marzo de 2013 su primer viaje al continente, en el que visitó las capitales de Sudáfrica y de la República del Congo.
Este activismo convirtió a China en uno de los más importantes socios comerciales de África. Gracias a ello, la región subsahariana consiguió alcanzar en la primera década del presente siglo un crecimiento económico de 5%. Como menciona Williams da Silva Gonçalves, tal índice de crecimiento solamente había sido experimentado en la década de 1960 y es considerado consecuencia directa del relacionamiento económico de China con casi la totalidad de los países de aquel continente13. Comercio, inversiones y asistencia tecnológica son los ejes de la relación.
Comercio
El incremento sustancial del comercio sino-africano colocó a China en un segundo lugar entre los socios comerciales del continente, después de Estados Unidos, superando los volúmenes de Francia y Gran Bretaña, antiguas metrópolis africanas. Asimismo, entre los BRICS, China lidera el intercambio con África, con 70% del total comerciado con el continente. La balanza comercial se encuentra dominada por los intercambios en materia energética, ya que los hidrocarburos representan la tercera parte de las exportaciones africanas de materias primas14.
El comercio bilateral es administrado por 49 delegaciones comerciales y cámaras de comercio sino-africanas, en tanto en el nivel multilateral se están negociando acuerdos de libre comercio con los grupos regionales, como es el caso del Mercado Común de África Oriental y Austral (COMESA, por sus siglas en inglés). China importa petróleo de Egipto, Camerún, Sudán, Senegal, Angola y Nigeria. Angola es el socio comercial más importante: allí se origina 64% del crudo que se importa de África. También compra oro de Burundi y Tanzania, fibras textiles de Burundi y Burkina Faso, metales no ferrosos de Sudáfrica, Zambia y Botsuana, café y té de Etiopía, Kenia y Uganda, textiles de Túnez y Marruecos y tabaco de Zimbabue y Malawi15.
África exporta a China materias primas e importa manufacturas, es decir que se repite el patrón tradicional de intercambio Norte-Sur. A pesar de este boom, es interesante remarcar la concentración de estas actividades comerciales en unos pocos socios. 60% de las exportaciones chinas se destinan a seis países: Sudáfrica (21%), Egipto (12%), Nigeria (10%), Argelia (7%), Marruecos (6%) y Benín (5%), mientras que 70% de las importaciones chinas provienen de cuatro países: Angola (34%), Sudáfrica (20%), Sudán (11%) y la República del Congo (8%)16.
De acuerdo con el informe 2012 del Standard Bank, las importaciones de China procedentes de África para ese año aumentaron 26%, el doble que las provenientes de otras regiones17. No obstante, el comercio con el país asiático representa 10% del comercio total del continente africano, en tanto para China, África representa solo 4% de su comercio con el mundo.
Inversiones
El activismo económico de China en África también puede evidenciarse en los más de 720 proyectos claves que posee en 49 países africanos18. La presencia de capitales chinos en ese continente es fácilmente perceptible por su concentración en sectores de la economía como extracción de materias primas, construcción y telecomunicaciones, en asociación con empresas locales o extranjeras; el petróleo es la niña mimada y un capítulo aparte. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), para 2030 las importaciones de petróleo de China serán iguales a las de EEUU y se proyecta que su demanda aumente a 14,2 millones de barriles por día para 202519. No en vano las mayores inversiones chinas están localizadas en los tres mayores productores: Sudán, Angola y Nigeria.
El salto fue impresionante. Las inversiones de China en África se incrementaron de 911 millones de dólares en 2000 a 68.000 millones de dólares en 201020. Para 2012 estaban concentradas principalmente en Nigeria (15,4%), Argelia (9,2%), Sudáfrica (6,6%), República Democrática del Congo (6,5%), República del Níger (5,2%), Egipto (3,2%), Libia (2,6%), Zambia (2,4%), Sudán (2,2%) y Etiopía (1,9%)21. Para desarrollar sus inversiones, los chinos crearon 11 centros de promoción, poseen una filial del Eximbank (para financiar importaciones y exportaciones) en Khartoum, capital de Sudán22, y representaciones del Bank of China y del China Construction Bank en Johannesburgo; el ICBC compró asimismo un importante porcentaje del Standard Bank, uno de los bancos sudafricanos de mayor relevancia y proyección internacionales. También están presentes en África occidental en alianza con el Ecobank Transnational, un banco panafricano con filiales en más de 30 países del continente.
Un agente importante del involucramiento chino en África es la Chinese Communications Construction Company Ltd. (CCCC), la mayor corporación china, que se ocupa de la construcción de puertos, puentes y rutas. Los chinos invierten en áreas productivas y replican en África su modelo de «regiones económicas especiales»; exportan la creación de nodos industriales con incentivos fiscales que se conectan al mundo; tal el caso de Zambia, que se constituirá en un metal hub. Gracias a su tecnología básica, su capacidad de movilizar a miles de trabajadores a las obras en cualquier lugar y su extraordinaria reserva de dinero, China tiene la oportunidad de asumir una posición de liderazgo en África con potencialidades para transformar el continente23.
La cooperación
Con respecto a la cooperación agrícola, China tiene experiencia para brindar, habida cuenta, además, de las dificultades de Occidente para contribuir al desarrollo de este sector con incidencia directa sobre la calidad de vida de las poblaciones. En ese sentido, uno de los núcleos centrales de la FOCAC es la cooperación y la transferencia de tecnología agrícola. En el área de la cultura, China ha firmado 62 acuerdos intergubernamentales sobre intercambios culturales y cooperación con 45 países africanos, ha organizado más de 200 misiones de intercambio y compartido cientos de eventos culturales. Además existe una amplia cooperación en materia de deportes, en la producción de televisión y cine, medios de comunicación y editoriales y en la formación y el intercambio de profesionales del arte24.
Estas últimas cuestiones llevan a preguntarse si China tiene su propio soft power. Para algunos, es una potencia solitaria con pocos aliados25, que carece de soft power pues nadie quiere emular a los chinos, a pesar de la diseminación de los Institutos Confucio que enseñan y difunden la lengua y la cultura chinas. Su sistema político tampoco es un ejemplo a imitar, aunque queda por preguntarse si no lo es para ciertas estructuras de poder africanas. Para otros, China desarrolla soft power al compartir ciertos supuestos básicos culturales con el resto de los países africanos y propender a la formación de sus cuadros, pues las universidades chinas reciben a gran cantidad de estudiantes africanos y contribuyen así a la formación de técnicos.
Reflexiones finales
A partir de lo analizado, se puede afirmar que las relaciones de China con África plantean un nuevo eje de vinculaciones que podría ser tanto una asociación mutuamente beneficiosa como un problema para los países africanos. Lejos del perfil ideológico de los primeros tiempos, en este nuevo desembarco, bajo un discurso «desarrollista», predominan los enfoques comercialistas y cooperativos, orientados tanto por las necesidades chinas de materias primas y nuevos mercados como por las necesidades africanas de avanzar en un proceso de desarrollo sostenido.
Desde una perspectiva optimista, se podría argumentar –siguiendo el discurso chino– que este acercamiento tiene componentes cooperativos que lo diferencian del avance predatorio neocolonialista; que las inversiones chinas se han dirigido a áreas descuidadas por los centros capitalistas y que aparecieron en un momento en que África, luego de ser saqueada, había sido abandonada a su suerte. También puede afirmarse que se ha producido un fuerte vínculo entre el crecimiento chino –demandante de materias primas, principalmente de petróleo– y el de los países africanos –necesitados de ayuda e inversiones–.
Entretanto, desde una mirada pesimista y quizás teñida de un «temeroso» discurso occidental, se sostiene que los chinos no solo están repitiendo el modelo neocolonial, sino que están dotándolo de características aún más negativas, al sumar la corrupción como un componente habitual en las negociaciones de ambas partes y al no realizar un trade-off entre ayuda y democracia. También se advierte sobre el peligro de un «imperialismo chino» en crecimiento, argumentando que la inmersión de China en África está contribuyendo a la desindustrialización y al subdesarrollo en este continente.
Desde algunos países africanos han surgido protestas en torno de la destrucción de las nacientes industrias locales que no han podido competir con las importaciones provenientes de China26. Los críticos sostienen que los inmigrantes chinos ocupan los empleos de los africanos, en detrimento de la mano de obra local, y que cuando se contrata personal africano las medidas de seguridad son bajas y las consideraciones medioambientales, nulas. Asimismo, estas críticas plantean que los chinos han desembarcado solo en aquellos países que poseen los recursos que necesitan y han abandonado a los otros.
Llegado este punto, uno podría preguntarse: ¿hay límites al crecimiento chino en África? La respuesta dependerá de la evolución de la economía china y de las reacciones de los propios africanos. Y aquí se entra en el terreno de lo normativo. Porque es vital reforzar las instituciones locales africanas, muchas de las cuales han sido acusadas de corrupción por el manejo de las relaciones económicas tanto con las empresas occidentales como con las chinas. Para prevenir lo que Fantu Cheru y Cyril Obi27 denominan «neocolonialismo por invitación», se requiere del compromiso de las autoridades africanas como contralor de la avanzada china en África. De esta manera se podría evitar favorecer la «enfermedad holandesa», que confinaría al continente al único papel de reserva de recursos naturales. Un «buen gobierno político y económico», que aprovechara el desembarco chino, podría promover el desarrollo de los pueblos africanos.
- 1. G. Lechini: «brics e África: a grande incógnita» en Boletim de Economia e Política Internacional No 9, 1-3/2012, pp. 139-150, disponible en www.ipea.gov.br/portal/images/stories/pdfs/boletim_internacional/120328_boletim_internacional09.pdf.
- 2. En los últimos años han aparecido nuevos grupos de «emergentes»: brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica); bricet (bric + Europa oriental y Turquía); bricm (bric + México); brick (bric + Corea del Sur); Next Eleven (Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Corea del Sur, Turquía y Vietnam) y civets (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica).
- 3. Compañías de servicios financieros, calificadoras de riesgo, fondos soberanos, etc.
- 4. En 1955, la participación del primer ministro de China Chou En Lai en la Conferencia Afroasiática de Bandung marcó el acercamiento inicial al continente africano en proceso de descolonización. En ese encuentro, junto con la India, postularon para los nuevos Estados los cinco principios de la Coexistencia Pacífica de Pancha Shila: respeto mutuo de la integridad territorial y la soberanía; no agresión; no intervención en las cuestiones internas; igualdad de derechos y oportunidades; y coexistencia pacífica. Posteriormente, el mismo Chou En Lai realizó una gira africana de tres meses, entre 1963 y 1964, acompañando el momento de ebullición de las independencias. Para entonces, la relación era marcadamente político-ideológica. Ya se había producido la ruptura con los soviéticos «revisionistas» y África era vista como un campo propicio para extender la verdadera revolución. Más tarde, se elaboró la Teoría de los Tres Mundos, por la cual el primero y segundo mundos correspondían a eeuu y la urss, ambos imperialistas, mientras que China estaba acompañando al Tercer Mundo. El ejemplo más evidente del compromiso chino fue la construcción del Tanzam, ferrocarril entre Tanzania y Uganda. Entre 1956 y 1977, la ayuda china para África representó 58% de su ayuda externa. Para ampliar información, v. Ian Taylor: China’s New Role in Africa, Lynne Rienner, Boulder, 2009, p. 13.
- 5. Actualmente, China posee una población de 1.400 millones de personas y una fuerza laboral de unos 937 millones de trabajadores. Marcelo Justo: «China, la ‘fábrica del mundo’, necesita mano de obra» en bbc Mundo, 30/1/2013.
- 6. Organización Mundial de Comercio (omc): «El comercio mundial en 2010 y perspectivas para 2011», comunicado de prensa No 628, 2011.
- 7. Williams da Silva Gonçalves: «A presença da China na África» en Nelson A. Jobim, Sergio W. Etchegoyen y João Paulo Alsina (eds.): Segurança internacional. Perspectivas brasileiras, fgv, Río de Janeiro, 2010, pp. 523-538.
- 8. Hao Su: «Harmonious World: The Conceived International Order in Framework of China’s Foreign Affairs» en Masafumi Iida (ed.): China’s Shift: Global Strategy of the Rising Power, The National Institute for Defense Studies, Tokio, 2009, p. 54, disponible en www.nids.go.jp/english/publication/joint_research/series3/series3.html, fecha de consulta: 23/5/2013.
- 9. En la segunda conferencia en Etiopía (2003) se aprobó el Plan de Acción de Addis Abeba (2004-2006). En la tercera, en Beijing (2006), el presidente chino Hu Jintao anunció las «Ocho Medidas», destinadas a asistir a los países africanos en el largo plazo. Entre ellas, la creación del Fondo de Desarrollo China-África, más conocido como Fondo de cad, para estimular y facilitar las inversiones chinas en la región. En la cuarta conferencia ministerial en Egipto (2009), se anunciaron nuevos préstamos con bajo interés, junto con ocho nuevas medidas de política encaminadas a fortalecer las relaciones con África. También se propusieron 100 nuevos proyectos de energía limpia en el continente –energía solar, biogás y energía hidroeléctrica–, joint ventures para investigación científica y tecnológica, intercambios culturales e intercambio de know-how y tecnología en pos de fortalecer la capacidad africana para la profundización de su seguridad alimentaria. En la reunión de 2012 se ofrecieron otros seis puntos para profundizar la alianza estratégica.
- 10. Hu Jintao: «Open Up New Prospects for a New Type of China-Africa Strategic Partnership», Ministerio de Relaciones Exteriores, Beijing, 19 de julio de 2012, disponible en: www.fmprc.gov.cn/eng, fecha de consulta: 23/5/2013.
- 11. Garth Shelton: «China, África y Sudáfrica: avanzando hacia la cooperación Sur-Sur» en Atilio Borón y G. Lechini (comps): Política y movimientos sociales en un mundo hegemónico. Lecciones desde África, Asia y América Latina, Colección Sur-Sur, Clacso, Buenos Aires, 2006, p. 344.
- 12. Chuan Chen, Pi-Chu Chiu, Orr J. Ryan y Andrea Goldstein: «An Empirical Analysis of Chinese Construction Firm’s Entry into Africa», trabajo presentado en The criocm 2007 - International Symposium on Advancement of Construction Management and Real Estate, Sydney, 8 a 13 de agosto de 2007, disponible en: http://crgp.stanford.edu/publications/conference_papers/Chen_Chiu_Orr_Goldstein_Emp_analysis_Chinese_Africa.pdf, fecha de consulta: 23/5/2013.
- 13. W. da Silva Gonçalves: ob. cit., p. 523.
- 14. Mbuyi Kabunda (comp.): África y la cooperación con el Sur desde el Sur, Casa África, Madrid, 2011, p. 8.
- 15. Susana García de Santangelo: «El poder emergente del Sur: los bric en el continente africano. Implicancias de la incorporación de Sudáfrica», Documentos de Trabajo No 54, ceid, Buenos Aires, marzo de 2011, p. 16, disponible en www.pensamientocritico.org/susgar0412.pdf, fecha de consulta: 30/4/2013.
- 16. Alex Mutebi Mubiru y Balfour Osei: «Chinese Trade and Investment Activities in Africa» en Policy Brief vol. 1 No 4, 29/7/2010, pp. 3-4.
- 17. Noemí Rabbia: «África en la política exterior china: ¿nuevas potencias, viejos hábitos?», trabajo presentado en el iii Simposio Electrónico Internacional sobre Política China, Buenos Aires, marzo de 2013, disponible en www.asiared.com/es/downloads2/noemi-s.-rabbia.pdf, fecha de consulta: 23/5/2013.
- 18. Mbuyi Kabunda (comp.): ob. cit., pp. 38-39.
- 19. Marko D. Cimbaljevich: «Chinese Investment in Africa Is Reshaping Development Patterns across the Continent» en Foreignpolicydigest.org, 5/2010.
- 20. Katarina Kobylinski: «Chinese Investment in Africa: Checking the Facts and Figures», Briefing Paper No 7/2012, www.academia.edu/1798405/Chinese_Investment_in_Africa_Checking_the_Facts_and_Figures, julio de 2012, p. 3, fecha de consulta: 23/5/2013.
- 21. Entre las empresas chinas que invierten en África se destacan China National Offshore Oil Corporation (cnooc, en Nigeria); China Petroleum & Chemical Corporation (Sinopec, en Angola); China Railways Construction (Nigeria); China National Machinery Industry Corporation (Sinomach, Gabón); China International Trust and Investment Corporation (citic, Egipto); Aluminum Corporation of China Limited (chalco, Egipto); China Nonferrous Metals Company Limited (Zambia); Minsheng Bank (Sudáfrica); Sinosteel (Zimbabwe); China National Petroleum Corporation (cnpc, Níger y Chad); China Metallurgical and Sinohydro (rdc) y China Railways Materials (Sierra Leona). Ibíd., p.7.
- 22. I. Taylor: ob. cit., p. 39.
- 23. Serge Michel: «When China Met Africa» en Foreign Policy, 5-6/2008, p. 2.
- 24. Fuente: «Cultural Exchanges and Cooperation» en focac, www.fmprc.gov.cn/zflt/eng/zfgx/t463750.htm, fecha de consulta: 23/5/2013.
- 25. Esta es, por ejemplo, la opinión de David Shambaugh. Ver Patrícia Campo Mello: «‘China é uma potência solitária, sem grandes aliados’, diz especialista americano» en Folha de S. Paulo, 21/5/2013, disponible en www1.folha.uol.com.br/mundo/2013/05/1282132-a-china-e-uma-potencia-solitaria-sem-grandes-aliados.shtml, fecha de consulta: 23/5/2013.
- 26. Ahmed Sule: «bric, Africa Need to Bridge Barriers» en China Daily, 17/6/2011, disponible en www.chinadaily.com.cn/opinion/2011-06/17/content_12723475.htm, fecha de consulta: 13/12/2011.
- 27. F. Cheru y C. Obi: «Africa in the Twenty-First Century: Strategic and Development Challenges» en F. Cheru y C. Obi (eds.): The Rise of China and India in Africa: Challenges, Opportunities and Critical Interventions, Zed Books, Londres, 2010, p. 2.