¿Dios por encima de todos?
Religión y elecciones en Brasil (2018 y 2022)
Nueva Sociedad 305 / Mayo - Junio 2023
La interacción entre política y religión es clave para entender lo ocurrido en Brasil en los últimos procesos electorales. Si el voto evangélico conservador aseguró la victoria de Jair Bolsonaro en 2018, el de los católicos y quienes se declaran sin religión parece haber sido determinante en el ajustado triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en 2022.
En Brasil, como en la mayoría de los países latinoamericanos –y no solo en estos–, siempre existió proximidad entre iglesias y Estado, entre religión y política, fenómeno que se potencia en los periodos electorales debido a una «instrumentalización mutua» entre ambas instancias1. Esa proximidad, sin embargo, se exacerbó en las últimas dos contiendas por la Presidencia: la de 2018 y la de 2022. Los motivos de esta exacerbación se relacionan, desde mi punto de vista, con la visión del mundo de la que es portadora una extrema derecha político-religiosa que ascendió en los últimos años en el país y que apoyó con fuerza al candidato presidencial Jair Messias Bolsonaro, quien salió victorioso en 2018 y fue derrotado cuatro años después por el ex-presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Este artículo muestra cómo en 2018 la asociación entre Bolsonaro y el cristianismo conservador (ante todo evangélico) fue decisiva para el éxito del candidato de la extrema derecha, y cómo la misma relación se fortaleció de cara a las elecciones de 2022, aun cuando resultó insuficiente para alcanzar la victoria.
Los objetivos de este artículo son dos y se complementan: comprender las estrategias y los significados en torno del alineamiento entre el candidato de extrema derecha y un amplio y heterogéneo conjunto de fuerzas religiosas conservadoras y reaccionarias, y analizar el comportamiento de los votantes en relación con las principales formaciones religiosas del país (sobre todo las cristianas, aunque no exclusivamente) en ambas contiendas presidenciales2.
Elecciones presidenciales de 2018 y religión
El triunfo de Bolsonaro en las elecciones presidenciales de 2018 está directa, aunque no exclusivamente, relacionado con el hecho de haber sido el candidato que cristalizó los valores de una extrema derecha que emergió con fuerza en el país durante el segundo mandato de Lula da Silva (2007-2010). Una parte importante del peso electoral de esa victoria se apoya en los votos conseguidos en el segmento cristiano conservador, especialmente el evangélico3.
Bolsonaro como caja de resonancia de la extrema derecha político-religiosa
Capitán de reserva del Ejército, Bolsonaro inició su carrera política en 1988 cuando fue elegido concejal en la Cámara Municipal de la ciudad de Río de Janeiro. Dos años después, resultó electo diputado federal por el estado de Río de Janeiro. Logró seis reelecciones consecutivas y así sumó 28 años de mandato como diputado federal. A lo largo de todo ese tiempo, migró por ocho partidos políticos distintos. Se postuló a la Presidencia de la República en las elecciones de 2018 enarbolando el lema –que volvería a usar en 2022– «Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos».
Durante su largo mandato como diputado federal, siempre figuró dentro del llamado «bajo clero», expresión usual para referirse a los diputados con poco peso dentro de la Cámara. Con el paso de los años, fue haciendo cada vez más suyas las proclamas de la extrema derecha y de la derecha cristiana, como la defensa de la propiedad privada, la reivindicación de la familia tradicional, el respeto a la moral y la aversión al Partido de los Trabajadores (pt) y al comunismo4. Esta «ola conservadora» tuvo su génesis en grupos de discusión y militancia de internet durante el gobierno de Lula, y estaba formada por contrapúblicos con «identidades, intereses y discursos tan conflictivos con el horizonte cultural dominante que corrían el riesgo de enfrentar reacciones hostiles si se los expresaba frente a públicos dominantes»5.
De este modo, cuando Bolsonaro se lanzó como candidato a la Presidencia, el ancho espectro conservador vio en él la posibilidad de encauzar su proyecto de poder, caracterizado, según Ronaldo de Almeida6, por cuatro líneas de fuerza: económicamente liberal, políticamente autoritario, socialmente intolerante y moralmente regulador. Por su parte, los cristianos conservadores –católicos o evangélicos– reconocieron igualmente en el candidato de la extrema derecha una asunción entusiasta de sus valores e ideales y una voluntad de consolidar tales valores de manera hegemónica en el conjunto de la sociedad7: la defensa de la familia tradicional, la oposición a la «ideología de género» y al aborto, el rechazo a la legalización de drogas, la lucha contra el «comunismo» y la descalificación de las reivindicaciones de la comunidad lgbti+, entre otros. Bolsonaro hizo abiertamente pública el 18 de febrero de 2017, en Campina Grande, Paraíba, su concepción conservadora y religiosamente intolerante cuando afirmó para toda la nación: «No existe ese cuento del Estado laico. El Estado es cristiano y la minoría que se oponga a eso, que se mude. Las minorías tienen que acomodarse a las mayorías»8.
Bolsonaro y las formaciones cristianas en las elecciones de 2018
Durante la campaña electoral de 2018, Bolsonaro se acercó antes que nada a los líderes católicos y evangélicos de perfil conservador. Del lado católico, visitó a la comunidad carismática Canção Nova, en Cachoeira Paulista, e interactuó con el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Tempesta, con quien firmó un documento en el que defendían valores cristianos conservadores. Pero la mayor proeza de Bolsonaro durante 2018 fue haber logrado el apoyo explícito de los principales exponentes evangélicos pentecostales y neopentecostales brasileños, entre ellos Edir Macedo (Iglesia Universal del Reino de Dios); Silas Malafaia (Asamblea de Dios Victoria en Cristo); Robson Rodovalho (Sara Nossa Terra); José Wellington Costa Júnior (Convención General de las Asambleas de Dios en Brasil); Samuel Câmara (Convención de la Asamblea de Dios en Brasil); Estevam y Sonia Hernandes (Iglesia Renacer en Cristo); Romildo Soares (Iglesia Internacional de la Gracia); Waldemiro Santiago (Iglesia Mundial del Poder de Dios) y Márcio Valadão (Iglesia Bautista Lagoinha). Todos ellos son conocidos hoy, pasadas las elecciones de 2022, como «pastores bolsonaristas».
Según Ricardo Mariano y Dirceu André Gerardi, los líderes evangélicos «apoyaron a Bolsonaro, ante todo, porque lo consideraron el representante legítimo de sus valores y el único capaz de derrotar al enemigo del pt y sus supuestas amenazas: implantación del comunismo, persecución de los cristianos, abolición del derecho de los padres a educar a sus hijos, reorientación de la sexualidad de los niños, destrucción de la familia»9.
Dos sucesos que tuvieron lugar en la vida personal del candidato fueron estratégicamente aprovechados para facilitar su acercamiento al segmento evangélico: su casamiento en terceras nupcias con Michelle Reinaldo, evangélica de la Iglesia Bautista Actitud, en una ceremonia presidida en 2013 por el pastor Silas Malafaia, amigo personal de Bolsonaro, y luego su bautismo en el río Jordán, en Israel, en mayo de 2016, en manos del pastor y político Everaldo Dias Pereira. Ambos pastores mencionados pertenecen a Asamblea de Dios. Bolsonaro mantendría así una suerte de doble identidad: se bautizó como evangélico sin dejar de ser católico.
Como es bien conocido, Bolsonaro logró la Presidencia, con 55,13%, promoviendo un discurso anticorrupción en referencia a los episodios atribuidos al pt, los cuales dieron lugar a la Operación Lava Jato y desembocaron en la prisión de Lula da Silva. También influyó en su elección el atentado que sufrió en Juiz de Fora en septiembre de 2018, cuando recibió una puñalada que le causó graves problemas intestinales. Este episodio tocó la sensibilidad de los cristianos conservadores, que pasaron a proyectar en él la figura de mártir e incluso de «mesías» (este último es, por lo demás, su segundo nombre), destinado a «liberar» al país del «comunismo» y de la degradación moral y capaz de inaugurar una nueva era para la nación.
En lo referido a la variable religiosa, se considera que en 2018 los evangélicos constituyeron el principal apoyo electoral al candidato de extrema derecha. Así por ejemplo lo observa Eustáquio Alves, demógrafo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (ibge): mientras que el voto católico favoreció levemente a Bolsonaro respecto de Fernando Haddad, el candidato del pt, el apoyo evangélico a Bolsonaro alcanzó los 21.595.284 votos, contra 10.042.504 en favor de Haddad10. Considerando que la diferencia final entre ambos candidatos fue de 10,76 millones de votos, el margen de 11,6 millones de votos evangélicos en favor de Bolsonaro acabó siendo decisivo para el resultado final de los comicios.
Sabemos que el vínculo religioso constituye una entre diversas variables que los electores ponen en juego al decidir su voto. Sin embargo, considero que entre los evangélicos brasileños, en su mayoría pentecostales y neopentecostales (70%), el discurso moralista y conservador de Bolsonaro y su trabajo firme para asegurarse el apoyo de los líderes conservadores, asociado a la autoridad que estas mismas figuras detentan así como a la estructura eclesiástica y la posición social de los fieles (mayoritariamente de los sectores ubicados en el escalón socioeconómico más bajo de la sociedad), tienden a llevar el peso de la religión en la definición del voto a un nivel más elevado, cuya consecuencia fue el relevante caudal de votos entonces depositados en Bolsonaro.
Tras asumir la Presidencia de la República el 1o de enero de 2019, y a lo largo de los cuatro años de su mandato, Bolsonaro nunca relegó a segundo plano sus vínculos con el segmento cristiano conservador, ante todo el evangélico, y ello en vistas a su intención de ser reelecto en 2022. Ese interés por la reelección, unido a la importancia de mantener a los evangélicos de su lado, quedó claramente expresado el 17 de diciembre de 2019, cuando Bolsonaro afirmó: «Cualquier político sensato sabe que la política de 2022 pasa por el movimiento evangélico».
De este modo, no fue casual que en los primeros días de su mandato Bolsonaro designara a varias figuras del campo evangélico en puestos centrales del Poder Ejecutivo (incluidos varios ministerios), al tiempo que se encargaba de hacer acto de presencia en eventos evangélicos de lo más variados. En ese periodo, el presidente participó de una cena organizada por musulmanes, dos eventos de la Iglesia católica y 30 eventos organizados por líderes evangélicos (a los que corresponde sumar su presencia en ocho actividades promovidas por el Frente Parlamentario Evangélico11, lo que totalizó 38 participaciones). Estas siguieron desarrollándose en 2020 y sobre todo en 2021, mejorada ya la situación sanitaria tras la pandemia de covid-19. Sobre este último tema conviene apuntar, aunque más no sea de paso, que la lucha contra el coronavirus en el país se desarrolló a pesar del propio presidente, que cobró fama dentro y fuera de Brasil por su negacionismo de la pandemia, sus ataques contra las vacunas, su rol en la difusión de noticias falsas sobre el tema y su conjunto de actitudes y comportamientos contrarios a los planteos de la Organización Mundial de la Salud (oms). El resultado de esa política sanitaria inadecuada fue el absurdo número de 700.000 fallecidos por covid-19 en Brasil hasta el momento.
Apenas el mundo comenzó a controlar el alcance de la pandemia –cosa que en Brasil ocurrió gracias a la actuación de fuerzas esclarecidas de los ámbitos político, jurídico, médico, científico, periodístico y religioso, entre otros– y de cara a un 2022 especial por tratarse de un año electoral, Bolsonaro retomó su periplo por espacios y eventos evangélicos, siempre detrás del voto de sus feligreses. Así fue como participó en más de una veintena de las llamadas «Marchas para Jesús», celebradas en distintas ciudades del país.
No hace falta aclarar que la participación de Bolsonaro en esas actividades –casi siempre acompañado por su esposa– apuntaba a una instrumentalización política de lo religioso, respaldada por discursos y pronunciamientos que enaltecían la figura del presidente y demonizaban al candidato rival, descrito como «de izquierda» y «comunista».
Hubo ante todo dos situaciones promovidas por Bolsonaro que son reveladoras de su «opción preferencial por los evangélicos»12. La primera, en 2021, fue cuando propuso y luego designó, el día 1o de diciembre, al pastor presbiteriano André Mendonça –a quien describió como alguien «tremendamente evangélico», y no como «tremendamente cristiano»– para ocupar un lugar en el Supremo Tribunal Federal. La segunda, el 8 de marzo de 2022, fue cuando realizó un acto político en el Palacio de la Alborada acompañado por su esposa y por políticos y líderes evangélicos conservadores. En aquella ocasión, dijo: «Yo conduzco la nación para el lado que los señores aquí presentes deseen». Recordemos que Bolsonaro estaba dirigiéndose a «señores» portadores de una ideología nada favorable a la implementación de agendas progresistas y democráticas.
Podría decirse, por otro lado, que Bolsonaro no relegó del todo a los católicos que lo apoyaron, sobre todo a los conservadores, y que los incluyó en su gobierno. Pero esta inclusión, lo mismo que la presencia del mandatario en actos católicos, no se aproxima en absoluto a la densidad verificada en el vínculo con los evangélicos, y este hecho puede guardar relación, como veremos enseguida, con el tipo de vínculo que mantuvieron el ex-presidente y la cúpula de la Iglesia católica en Brasil.
Las presidenciales de 2022 y la religión
Las elecciones presidenciales de 2022 se desarrollaron en dos vueltas, los días 2 y 30 de octubre. El resultado final dio ganador a Lula da Silva con 50,90% de los votos válidos (60,3 millones de votos), mientras que Bolsonaro obtuvo 49,10% (58,2 millones de votos). De este modo, el ex-obrero metalúrgico resultó elegido para su tercer mandato como presidente, tras la que fue la elección más reñida en la historia brasileña.
Las elecciones se dieron en un contexto nacional de retroceso económico y graves problemas sociales, como el aumento de la pobreza, el hambre y la violencia. Estos temas fueron el eje de incontables discursos de Lula durante toda la campaña, mientras que Bolsonaro centraba los suyos en el conservadurismo moral y la defensa de la familia, priorizando aspectos como la condena al aborto, al matrimonio homosexual, a la legalización de drogas y a la difusión de la «ideología de género». Sus alardes en defensa de la familia requerirían, por cierto, una investigación cualitativa, dado el nivel de contradicción que parecen contener puesto que, si por un lado su discurso enaltecía los valores familiares, por el otro sus posicionamientos provocaron todo tipo de discordias y hasta rupturas entre los miembros de un número significativo de familias brasileñas que cortaron toda comunicación.
Las cifras que siguen representan una estimación de la intención de voto en los electores agrupados por religión, de cara a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2022. Surgen de la interpretación de diversos relevamientos sobre la intención de voto según la adscripción religiosa llevados cabo por Jose Eustáquio Diniz Alves, demógrafo del ibge, y por el Agregador de Pesquisas Eleitorais por Religião, coordinado por Dirceu A. Gerardi y Ronaldo de Almeida13.
Sobre la base de estas cifras, Alves argumenta que si solo se tuvieran en cuenta los grupos religiosos (católico, evangélico y de otras religiones), Bolsonaro habría ganado las elecciones con una ventaja de 3,8 millones de votos. Sin embargo, el superávit de 5,9 millones de votos logrado en el segmento de quienes no profesan ninguna religión dio a Lula una ventaja de 2,1 millones de votos en los resultados finales. Esta afirmación de Alves nos insta a ahondar el análisis sobre las preferencias electorales de las personas sin religión, claramente volcadas a Lula en detrimento de Bolsonaro. Hecho ese análisis, abordaremos luego la intención de voto a presidente entre los segmentos cristianos14.
Consideraciones sobre el voto de las personas sin religión
En las elecciones de 2018, Haddad había obtenido poco más de 700.000 votos de ventaja sobre Bolsonaro en el segmento de quienes declararon no profesar religión alguna. En las elecciones de 2022, Lula logró una ventaja de casi seis millones de votos15.
La expresión «sin religión» incluye a un conjunto bastante heterogéneo de electores. Diversos estudios muestran que se trata de individuos mayoritariamente «desiglesiados», es decir, sin vínculos religiosos institucionales, lo que no implica que carezcan de creencias religiosas. El conjunto asimismo incluye, en el análisis proporcionado por Alves, a los ateos y agnósticos, que forman un subgrupo más reducido y difícil de particularizar en las encuestas.
Hay distintas razones que explican el apoyo mayoritario a Lula en el segmento de las personas sin religión. En este punto, el perfil de cada candidato puede ser considerado un elemento explicativo fuerte. A lo largo de su carrera política, Lula ha expresado posicionamientos que agradan a los «desiglesiados»: el respeto por el individuo –independientemente de las creencias que este tenga o no tenga–, la valoración de todas las religiones, el rechazo a usar el sentimiento religioso con fines electorales y la defensa del Estado democrático y de derecho. Bolsonaro, por su parte, se ha plantado históricamente como un ferviente defensor del cristianismo como la religión brasileña, incurriendo una y otra vez en expresiones prejuiciosas y racistas, todo esto además de pregonar la portación libre de armas e incitar a la violencia. También cabe puntualizar que entre las personas sin religión suele caer muy mal la apropiación del simbolismo religioso por parte de Bolsonaro: sus citas de pasajes bíblicos, sus incontables invocaciones a Dios o sus expresiones de tipo «Dios por encima de todos», «Le debo a Dios mi segunda vida», «Dios, patria y familia», «Soy un instrumento de Dios», «Solamente Dios me saca de acá [del Palacio presidencial]».
Por ende, mi opinión es que las exageradas invocaciones de Bolsonaro a lo transcendente, incluso desde el terreno del quehacer político cotidiano, ligadas a su empeño por implantar la religión –léase el cristianismo– en la arena política borrando en buena medida las fronteras entre Estado y religión, más el aporte de sus constantes ataques contra las instituciones democráticas y manifestaciones prejuiciosas, discriminatorias y racistas, ciertamente influyeron de manera negativa en la sensibilidad de los individuos que se consideran sin religión, que optaron en consecuencia por inclinar mayoritariamente su voto en favor de Lula.
Consideraciones sobre el voto evangélico y católico
Las cifras y porcentajes que veíamos revelan que Bolsonaro cosechó en las urnas toda su inversión realizada junto a los evangélicos durante su mandato presidencial. En efecto, si comparamos los votos que obtuvo en este segmento religioso en 2018 (21.595.284) y 2022 (26.099.413), advertimos que en la última elección Bolsonaro obtuvo un plus de 4.414.129 votos. Así, si en 2018, como vimos, el superávit de votos evangélicos para Bolsonaro respecto de su rival Lula fue de 11.552.780, cuatro años más tarde la diferencia creció a 14.373.590 votos.
Por su parte, Lula logró en 2022 11.725.823 votos evangélicos, esto es, 1.683.328 votos más que los cosechados por Haddad en 2018 (10.042.504). Es posible que las acciones de Lula en favor de los evangélicos durante la campaña electoral, si no surtieron efecto en el sentido de mejorar su desempeño en este segmento religioso, por lo menos parecen haber frenado la pérdida de votos. Me refiero, por ejemplo, a afirmaciones suyas que comúnmente iban a contramano del discurso de Bolsonaro, como esta, contraria al uso político de la religión, expresada el 2 de septiembre de 2022: «Así como el Estado no puede tener religión, la iglesia no puede tener partido». Entre las actitudes tomadas por Lula en favor de los evangélicos durante la campaña, destaco la «Carta a los evangélicos», divulgada el 19 de octubre, 11 días antes de la segunda vuelta. Allí Lula desmintió una noticia falsa de fuerte circulación en el entorno evangélico, según la cual tenía decidido cerrar las iglesias. Al mismo tiempo, afirmó estar «personalmente en contra del aborto», enalteció los «valores de la familia», defendió «el libre ejercicio de la religión sin interferencia del Estado» y dijo que su gobierno «jamás va a usar la religión con fines partidarios». Es curioso que los discursos sobre cierre de iglesias tuvieran tanto eco, dado que el propio pt gobernó durante las presidencias de Lula y Dilma Rousseff en alianza con sectores evangélicos, y Rousseff inauguró en 2016 el megatemplo de Salomón, de la Iglesia Universal.
Inversamente proporcional a lo observado en el segmento evangélico, los números del cuadro sugieren que Bolsonaro pagó caro, en términos de votos, el hecho de haber mantenido relaciones superficiales –cuando no de fricción– con la Iglesia católica. En efecto, si en 2018 Bolsonaro se impuso levemente sobre Haddad entre los votantes católicos, en las elecciones de 2022 Lula logró imponerse por una diferencia de más de diez millones de sufragios. Entre las razones que podrían dar cuenta de esta pérdida del equilibrio sugiero, por un lado, las tensiones recurrentes que Bolsonaro mantuvo con la cúpula de la Iglesia católica y, por el otro, el histórico vínculo de Lula con este segmento religioso.
Durante el mandato de Bolsonaro, la relación entre este y la Conferencia Nacional de los Obispos Brasileños (cnbb, por sus siglas en portugués) estuvo signada por tensiones, polémicas y roces. En distintos momentos, la cnbb asumió un posicionamiento crítico en relación con las políticas implementadas por el presidente. Esto ocurrió, por ejemplo, en ocasión del Sínodo para la Amazonia, llevado a cabo en el Vaticano entre el 6 y el 27 de octubre de 2019. En ese contexto, los obispos brasileños efectuaron severas críticas a la política ambiental del gobierno. En julio de 2020, en plena pandemia de covid-19, la cnbb difundió una «Carta al pueblo de Dios» en la que criticaba la postura negacionista del presidente al respecto. También fue muy severo el «Mensaje al pueblo brasileño en el momento actual», firmado por los 292 obispos reunidos en la ciudad de Aparecida en ocasión de la 59a Asamblea General de la cnbb (entre el 28 de agosto y el 2 de septiembre de 2022), un mes antes de las elecciones. Allí, los obispos identificaron, entre otros graves problemas del gobierno de Bolsonaro, «los alarmantes descuidos hacia la tierra» y «la violencia latente, explícita y creciente, potenciada por la flexibilización de la posesión y la portación de armas que ponen en riesgo la convivencia humana armoniosa y pacífica en sociedad»16.
Un día después de que se difundiera este documento de la cnbb, más de 450 curas progresistas de diversas diócesis, órdenes y congregaciones dieron a conocer una carta abierta en la cual sentaron posición contra la reelección del presidente, sostenida en una crítica sintetizada en diez puntos: uso del nombre de Dios, discurso de odio, noticias falsas, mala gestión de la pandemia de covid-19, «vuelta de la pobreza», expansión de la deforestación, claros indicios de corrupción, ataques al Supremo Tribunal Federal, cuestionamientos al proceso electoral, «claras señales de autoritarismo y fascismo»17.
El documento deja en evidencia que no solo la cnbb emitió una postura crítica respecto de Bolsonaro. Miembros del clero (como los grupos Curas contra el Fascismo y Curas en Marcha) y legos (como el Movimiento de Fe y Política), entre otros, también se posicionaron abiertamente contra la política hostil a la vida humana y la naturaleza, los derechos humanos y la democracia, que caracterizaba al gobierno de Bolsonaro18.
Si, por un lado, solo una investigación cualitativa podría revelar el perfil ideológico y doctrinario de los fieles que fueron influenciados por los posicionamientos críticos de la cnbb y del clero, no parece difícil, por otro lado, intuir el direccionamiento hacia Lula de los votos emitidos por los católicos que adhieren a una Iglesia moderada y progresista, reforzado por el reconocimiento de la afinidad personal de Lula con este sector de la Iglesia.
En efecto, Lula nunca dejó de exteriorizar públicamente su adscripción al catolicismo. Con este propósito, en una entrevista concedida en febrero de 2022 a Radio Brasil Campinas, reafirmó su vínculo con el catolicismo en los siguientes términos: «Hice mi bautismo y mi confirmación en la Iglesia católica. Soy católico desde hace 76 años» (su edad en ese momento). En aquella ocasión añadió que mantiene o mantuvo una relación de amistad con varios líderes católicos, como Frei Beto, Leonardo Boff, Mauro Morelli, Pedro Casaldáliga, Hélder Câmara, Claudio Hummes y Paulo Evaristo Arns, todos ellos exponentes del ala progresista de la Iglesia católica (los últimos cuatro ya fallecidos).
En la misma entrevista, Lula recordó la relevancia de las Comunidades Eclesiales de Base y de la Teología de la Liberación para la creación de movimientos sociales y sindicales y en la fundación misma del pt a comienzos de 1980. Respecto de aquel tiempo (décadas de 1970 y 1980), para subrayar su vínculo con el ala progresista de la Iglesia, Lula remató: «En cualquier lugar que yo visitaba había una iglesia progresista, un cura progresista, una parroquia y una reunión con la comunidad católica para discutir de política».19
Tampoco se puede despreciar la influencia que ejerció sobre la sensibilidad católica el hecho de que Lula, el 7 de abril de 2018, horas antes de entregarse a la policía para ser llevado a prisión en Curitiba, participara de una misa en homenaje a su esposa fallecida Marisa Letícia, en São Bernardo do Campo, o el hecho de que en febrero de 2020, tres meses después de su salida de la cárcel, haya visitado al papa Francisco en el Vaticano. Para cerrar este análisis, considero que el éxito de Lula en las últimas elecciones no puede circunscribirse a los casi seis millones de votos de ventaja por encima de Bolsonaro obtenidos entre los individuos sin religión, como notara Alves20. Sin restar valor a los votos evangélicos –aunque notoriamente menos que los obtenidos por Bolsonaro–, es importante destacar la diferencia de más de diez millones de votos en favor de Lula entre los católicos, diferencia fundamental para que el candidato del pt pudiera finalmente revertir la ventaja de más de 14 millones de votos en favor de Bolsonaro entre los evangélicos.
A modo de cierre
La unión entre Bolsonaro y los evangélicos de tendencia conservadora obedeció a una lógica simbólica; ambos actores tienen en común no solo el enaltecimiento del cristianismo como referencia religiosa nacional, sino también la reivindicación de los valores, principios e ideales que consideran cristianos para el conjunto de la sociedad. Pero, a la vez, el nexo Bolsonaro-evangélicos obedeció a razones pragmáticas, esto es, a intereses mutuos. En ese sentido, los principales líderes de iglesias pentecostales y neopentecostales alineados con el ex-presidente de extrema derecha fueron pragmáticos al reivindicar y obtener favores de varios tipos por parte del Estado: beneficios, en especial económicos y fiscales, para sus iglesias, tales como recursos para obras sociales, presupuestos públicos para emisoras de radio y tv, y ante todo la condonación de deudas y exención de obligaciones fiscales21. Así, por ejemplo, solo en 2021 el gobierno de Bolsonaro condonó 1.400 millones de reales (cerca de 270 millones de dólares) de deudas de iglesias evangélicas22.
Evidentemente, el ex-presidente veía a los evangélicos como electores y con sus iniciativas favorables a ellos buscaba ante todo asegurarse sus votos. Es decir que Bolsonaro usaba a los evangélicos con fines electorales. Esta intención se hizo tan patente que el teólogo Osmar Ludovico, del ala evangélica progresista, llegó a afirmar que «Bolsonaro y sus hijos deben estar riéndose de los creyentes». El periodista Josias de Souza sintetiza así la relación entre el ex-presidente y los evangélicos que lo apoyaron: «Bolsonaro firmó con una porción del mundo evangélico una asociación político-financiera».
El cálculo político de Bolsonaro consistió en acumular el máximo posible de votos del segmento evangélico –detentor de un capital simbólico que llega a casi un tercio del electorado brasileño–, lo cual, sumado al apoyo proveniente de otras fuerzas sociales y religiosas conservadoras, podía asegurarle el triunfo en las urnas. Por su parte, el entonces candidato Lula también prestó atención al segmento evangélico durante la campaña. Pero, a diferencia de Bolsonaro, repartió esa atención en forma pareja entre todas las expresiones religiosas nacionales, poniendo por encima el foco en las condiciones socioeconómicas y en los sectores menos favorecidos de la población.
Nota: traducción del portugués de Cristian De Nápoli.
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1.
A.P. Oro y Ricardo Mariano: «The Reciprocal Instrumentalization of Religion and Politics in Brazil» en Annual Review of the Sociology of Religion vol. 2, 2011. -
2.
La metodología empleada para la captura de los datos empíricos consistió en la exploración de los sitios web de los principales periódicos y portales de contenido digital brasileños –que irán siendo mencionados en las próximas páginas–, con foco en las notas y artículos sobre religión y elecciones publicados en los últimos años.
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3.
Mapear tales fuerzas cristianas conservadoras dentro del gran paraguas del cristianismo es una tarea muy compleja, que trasciende este artículo. Ver A.P. Oro: «Bolsonaro e a laicidade brasileira em questão» en Debates do ner No 42, 2022.
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4.
Marina Lacerda: «Neoconservadorismo de periferia: articulação familista, punitiva e neoliberal na Câmara dos Deputados», tesis de doctorado en Ciencias Políticas, Universidad del Estado de Río de Janeiro, 2018.
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5.
Camila Rocha: «‘Menos Marx, mais Mises’: uma gênese da nova direita brasileira (2006-2018)», tesis de doctorado en Ciencias Políticas, Universidad de San Pablo, 2018, p. 20.
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6.
R. de Almeida: «Bolsonaro Presidente. Conservadorismo, evangelismo e a crise brasileira» en Novos Estudos Cebrap vol. 38 No 1, 1-4/2019
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7.
Joanildo Burity y Emerson Giumbelli: «Minorias religiosas: identidade e política em movimiento» en Religião e Sociedade No 40, 2020.
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8.
«Jair Bolsonaro afirma que o Brasil é um Estado cristão: ‘A minoria que for contra, que se mude’» en Gospel, 13/2/2017.
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9.
R. Mariano y D.A. Gerardi: «Eleições presidenciais na América Latina em 2018 e ativismo político» en Revista USP No 120, 2019, p. 69.
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10.
José E. Diniz Alves: «O voto evangélico garantiu a eleição de Jair Bolsonaro» en Ecodebate, 31/10/2018.
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11.
Se trata de una organización suprapartidaria, surgida con la Asamblea Constituyente de 1986, que reúne a evangélicos de distintas denominaciones y que actúa como grupo de presión política cada vez que se discuten proyectos y cuestiones de orden moral que estos consideran hostiles hacia los valores cristianos. Hoy se estima que la bancada evangélica estaría compuesta por 132 diputados (sobre un total de 513) y 14 senadores (sobre un total de 81). Cabe señalar que no todos los diputados evangélicos pertenecen al Frente. Existen por ejemplo algunos considerados de izquierda, que integran el llamado Movimiento Evangélico Progresista, mucho más pequeño en número e incidencia.
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12.
Marcelo Canurça y Paulo Victor Zaquieu-Higino: «Entre a articulação e a desproporcionalidade: relações do Governo Bolsonaro com as forças conservadoras católicas e evangélicas» en Revista Brasileira de História das Religiões No 39, 2021.
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13.
D.A. Gerardi y R. Almeida: «Agregador de pesquisas eleitorais por religião: consolidação de dados de pesquisas eleitorais com recorte religioso às eleições presidenciais de 2022», APP versión 1.0, San Pablo, 2022, disponible en cebrap.org.br/projetos/.
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14.
El análisis de los votos de otras religiones será dejado de lado puesto que estadísticamente hubo una división pareja de sus votos entre ambos candidatos, con una leve ventaja en favor de Lula, en el marco de una cantidad total de votantes muy pequeña en comparación con el resto de las expresiones según religión.
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15.
J.E. Diniz Alves: «O eleitorado sem religião foi o fiel da balança da vitória de Lula», cit.
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16.
Silvonei José: «Mensagem da CNBB ao povo brasileiro sobre o momento atual» en Vatican News, 2/9/2022.
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17.
«Carta aberta dos Padres contra o fascismo e Padres da caminhada», 7/9/2022, disponible en https://groups.google.com/g/fundomuniccultura-sjc-sp/c/zwsrr5zk-r0?pli=1.
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18.
Cabe destacar, sin embargo, que algunos miembros de comunidades católicas carismáticas como Canção Nova y organizaciones académicas como el Instituto Brasileño de Derecho y Religión –analizado por Ronaldo de Almeida, Paula Bortolin y João Moura)–, dirigido por individuos vinculados al Opus Dei, apoyaron a Bolsonaro y participaron activamente en su gobierno. R. de Almeida, P. Bortolin y J. Moura: «Cristianismo cultural e laicidade colaborativa no governo Bolsonaro», ponencia presentada en el congreso «Laicidades em transformação: projeto Capes-Cofecub», Porto Alegre, 2 y 3 de marzo de 2023.
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19.
«A igreja contribuiu com minha formação política, diz Lula», 2/9/2022, lula.com.br/a-igreja-contribuiu-com-minha-formacao-politica-diz-lula/.
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20.
J.E. Diniz Alves: «O eleitorado sem religião foi o fiel da balança da vitória de Lula», cit.
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21.
No hay que olvidar que también existió una lógica pragmática de algunas iglesias evangélicas, como la Iglesia Universal, hacia los gobiernos del PT.
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22.
En este punto hay que destacar, por cierto, que el pragmatismo político no se limita a los evangélicos, ya que ha sido igual de determinante en el vínculo entre la Iglesia católica y los gobiernos a lo largo de la historia brasileña.